Crítica teatral: "La música del viento"

El flyer de la obra nos seduce con esas obras de teatro que bien podrían ser películas de cine. Su título abstracto, el nombre de la directora con tipografía importante y sus protagonistas arriba, por sobre todo, a modo de estrellas de Hollywood, intrigan. Algo bueno tiene que suceder. Y su duración, más de setenta minutos, sugiere que hay mucho que contar. “La música del viento” convence a los pocos minutos. Y ya interesados en la puesta, queda disfrutar.

Patricio Paz y Sofía González son los que le ponen cuerpo a esta historia, en la que una investigadora va al desierto de Atacama junto a un lugareño a realizar sus estudios. Allí sufrirán de todas las vicisitudes climáticas y físicas. Ella, Julia Ottar, una inquieta mujer de un barrio bien de la Capital; él, Pedro Cantero, rudimentario en su aspecto y sabio en su cultura geográfica. Ninguno tendría qué hacer ahí sin el otro. Y con ese nexo, se cuenta la historia.

Su directora lo que ahorra en escenografía lo vuelca en su trabajo teatral. Creemos que estamos en la inmensidad del Norte argentino, solo porque hay una carpa, un cactus y una fogata. Es su magia la que hace que nos quedemos prendidos a estos dos histéricos que no paran de pelearse, rasparse y contradecirse. Las luces y la música hacen mucho su juego. Por momentos, sentimos nosotros también el desamparo.

“La música del viento” es ese teatro necesario para seguir creyendo en el teatro. Es esa obra que vemos entre quince que no nos generó nada y otras quince que nos pasó por el costado. Esa que nos retiene para que no nos volquemos definitivamente a los musicales o aquellas obras de renombrados directores y actores.

Con “La música del viento”, su autora y directora Merceditas Elordi, se planta como una de las hacedoras de teatro más interesantes de la actualidad.

Todos los sábados a las 20hs., en el teatro Patio de Actores, Lerma 568. C.A.B.A., Argentina. Reservas: 4772-9732. Costo de la entrada: $ 200 (Jubilados y estudiantes $150). 2 x 1 con Club La Nación.

Por Axel Serrano