Carmen se
mueve con la irreverencia que le da una belleza única. El poder de la seducción
lo maneja a su antojo y uno tras otro van cayendo ante sus movimientos
andaluces. Tiene la juventud necesaria para no tenerle miedo a nada y la audacia
para siempre ir por más. Ningún amor puede darle terrenalidad, hasta que se
topa con “El Camilo”, un director “Made In Hollywood” que llega a Sevilla para
conquistar el mundo. Dos potencias se atraviesan y no hay cultura flamenca que
pueda con esas pasiones.
“Carmen, la
única” se sostiene con fuerza gracias a los interesantes personajes de Lila
(Francisco Cantó), Frasquita (Fiorella Camji) y Mercedes (Rocío Galarraga) y
brilla por el erotismo de Carmen (Romina González) y la brutalidad de Camilo
(Juan Carlos Malpeli) y sus musas. Un vestuario acorde a semejante y
pretensiosa iniciativa y una distribución escénica que envuelve al espectador y
lo convierte en el principal testigo de todo. Con la barra detrás, unas gitanas
de dudosa honestidad que le leen las manos al público y ángeles deambulando la
escena, la obra toma cuerpo.
Su director, el mismo Juan Carlos Malpeli,
hace que todo sea provocativo. Lo femenino destila sensualidad y lo masculino
da temor. Y entre esos distantes extremos, sus diez protagonistas juegan su
mejor juego. El de la distracción colorida y cantada, para ocultar la trama entre
las sombras. Nada parece y todo es, o por el contrario, todo parece para que
nada fuera.
Embrionado
en Sevilla, esa que su protagonista endulza con frases como "Sevilla te cuida, Triana te canta y Carmen si tu
quieres, te puede amar", la trama hace pie en cuestiones del pasado
y de la actualidad, para dejarnos en claro que no importa el tiempo, si no la
acción. Argentinismos como el tango “Vuelvo al Sur”, giros flamencos y
ronroneos en francés, hacen que todo se disperse de forma que quede en carne
viva el dolor de nuestra ya desorientada Carmencita.
“Carmen, la
única” podría ser una verdadera joya del teatro si su ambición no fuera tan
desmedida. Porque tanto todo, es como mucho. Porque no siempre ama mejor el que
más ama. Aún así, excelentes actuaciones, un hilo conductor irrompible y
escenas que emocionan como esa pantomima de Broadway con el insolente Camilo
animando a placer a sus marionetas.
Una obra muy
recomendable que brilla por las noches de domingo en el Conventillo Cultural
Abasto.
Todos los
domingos a las 20hs., en el Teatro Conventillo Cultural Abasto, Anchorena 575 –
C.A.B.A. - Argentina. Reservas: 11-3967-0882. Costo entradas: $70 (Descuentos a
estudiantes y jubilados $60).
Por Axel
Serrano
@estaenbaires
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